“Joder, sí, claro.”
Desayunáis tranquilamente los tres en el comedor, la conversación es de lo más anodina y pasa el tiempo tranquilamente hasta que Pedro le dice a Laura que debe ir a su oficina, que volverá en dos horas y que ella no se vaya, que la va a invitar a comer en un sitio estupendo. Ella acepta sin estar muy convencida.
La puerta acaba de cerrarse ya que tu compañero de piso acaba de marcharse, miras la hora para saber a que hora volverá él. Ella empieza a parlotear contigo sobre el curro, ella no trabaja pero ha estado en dos empresas tres meses trabajando, pero que en ninguna la han contratado tras los tres meses de prueba y tú le dices que apenas llevas currando una semana y es tu primer curro, comparáis experiencias, ella sentencia con un: “Está jodío trabajar últimamente.” Tú asientes.
“Oye, ¿me podría duchar?”
“Claro. ¿Quieres unas toallas limpias?
“Ay, no quisiera molestarte.”
“No es molestia. A mi me gustaría que me dieran unas toallas limpias para secarme.”
“Muchas gracias.” Te obsequia con una sonrisa preciosa, mira que saben manipular las mujeres.
Vas a por unas toallas limpias, las únicas dos que te quedan, y se las das en mano. Ella se va al cuarto de baño. Recoges la mesa y te lo llevas todo a la cocina, cuando has terminado te llega la voz de Laura desde el cuarto de baño: “¡Oye! ¿La ducha como funciona? Le doy a la rueda pero no sale nada.”
Vas hacia el cuarto de baño y al entrar te encuentras a Laura totalmente desnuda. “¡Uy, perdón!”
“No pasa nada, entra.” Te fijas que su entrepierna está rasurada y que tiene un cuerpo de infarto, tetas menudas y puntiagudas, con pezones rosaditos. “No te quedes así pasmado, dime como funciona la ducha.” Su sonrisa es de niña mala, le gusta ponerte en situación embarazosa. “Se ve que le has dado al selector de temperatura del agua, el grifo es el del otro lado.”
“¡Ostis! Qué moderno, nunca había visto uno.”
“Es lo que se pone hoy en día.”
“Pues a mi me ponen otras cosas.” Te dice con una sonrisa de oreja a oreja, bastante maliciosa y tierna a la vez. ¿Como es eso posible?
Abre el agua, prueba a ver la temperatura y cuando está como le gusta, te mira y dice: “Ya que no te has ido, ¿te gustaría enjabonarme?”
“¿Estás segura?”
Ella coge el bote del gel, te lo entrega y dice: “Estás tardando.”
Cuando agarras el bote y lo destapas para echarte en la mano, te dice: “Mejor desnúdate, o te vas a mojar.”
Te despelotas a toda velocidad y entras en la ducha. Te echas jabón en la mano, lo repartes entre las dos manos y ella pone sus dos manos sobre la cabeza, recogiendo su pelo para no estorbar. Empiezas a enjabonarla por los hombros, el costado, las caderas, el vientre hasta que subes hasta sus tetas, las tienes a ambas en tus manos, como ella no dice nada y sigue mirándote, tú le masajeas el pecho un ratito.
Vuelves a tomar jabón, y te acuclillas para limpiarle los muslos, las pantorrillas y luego ella pone un pie sobre tu rodilla para que le limpies bien los pies. Aunque nadie se lo crea, aún no se te ha puesto duro, pero el hecho de estar arrodillado ante ella y ella mirándote con lujuria, hace que se te empiece a poner dura. Le dice que se dé la vuelta y ella obedece sin rechistar. Coges más jabón y empiezas a enjabonarle el cuello, la espalda hasta que llegas a su hermoso trasero, ahí le dedicas un buen rato hasta que tomas todo tu valor y le metes la mano entre las nalgas y llegas hasta su sexo. Ella se abre de piernas y se inclina hacia delante y tú frotas cada vez más fuerte.
Ella está totalmente enjabonada y te pegas a su cuerpo, tu pecho sobre su espalda, tu polla erecta contra su culo y subes tus manos desde sus caderas hasta sus tetas y las agarras con fuerza pero intentando no hacerle daño. Ella echa su cabeza hacia un lado y atrás, tú le acaricias sus tetillas, hasta que tu mano derecha baja hacia su entrepierna. Empiezas a acariciarle el sexo, ella suspira de gusto y te anima a seguir, te pide que se lo hagas más fuerte, cada vez más fuerte y te agarra el pene con la mano izquierda. Ahí estáis los dos masturbandose el uno al otro, pero ella está a punto de correrse: “Meteme un dedo por el culo.” |