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Novato en la oficina | drakki | 6

 

Como te has quedado clavado y no te mueves, ella hace el primer movimiento, se acerca a ti, te coge la polla con las dos manos y te da un beso en los labios, sigue sonriendo, agarrando tu polla dulce pero fuertemente y te da otro beso, este menos casto. Ella abre su boca y tú también, vuestras lenguas se mezclan y danzan entrelazadas. Cuando se retira sin aliento, te mira hondamente a los ojos y te suplica: “Cómeme el coño.”

No puedes hacer otra cosa que obedecer y más si te lo piden tan amablemente. Tiene el vello recortado y cuando pasas tu lengua por su coñito, te raspa la lengua suavemente, pero tú sigues sin titubear, ella de pié, se abra cada vez más de piernas y cada vez tiene el chochito más abierto, más accesible a tu lengua, le pones tus dos manos en su culo por entre las piernas para poder atraer su sexo hacia tu boca y lamerla mejor y con más fuerza. Ella está en todo lo suyo, sus gemidos y suspiros son cada vez más fuertes, pero se corta de hacer más ruido, no quiere despertar a Pedro. Saber que te vas a tirar a su chica te pone más palote y le rechupeteas con más fuerza el coño.

“Para.” Suspira ella. “Para. Quiero follarte. Siéntate ahí.”

Bajas la tapa y te sientas con tu polla como si fuera un mástil, listo para follar. Ella se pone de rodillas, le pasa la lengua por toda tu miembro erguido, lo chupa y rechupa. Tiene una cara de salida que está deseando follar y follar.

Se levanta, se da la vuelta, te agarra el miembro poniendo el culo en pompa, y con las piernas bien abiertas, se introduce lentamente tu pene en su vagina hasta que se queda totalmente sentada sobre ti. Con toda la polla dentro. Se endereza y dice: “Joder, que grande la tienes cabrón, me llega casi hasta la garganta.” Vuelve su cabeza, te sonríe y te dice: “Ya veras que bien te follo... Pero avísame cuando te vayas a correr, ¿vale?”

Y empieza un lento va y ven, ella se apoya en tus rodillas y su ritmo va aumentando poco a poco. Pero sin prisas. Ella lleva todo el control, pero empiezas a acariciarle la espalda y eso empieza a hacerla gemir. Ella aumenta el ritmo y tu le das un palo en el culo, luego otro y otro más, cada vez más fuerte. Llega un momento en que no sabes como Pedro no se ha despertado por el ruido que estáis haciendo, los golpes de su culo cuando llega hasta abajo, los cachetes que le das en las nlgas, los respingos y jadeos de ambos. De pronto, ella se endereza y se queda fija, con los puños cerrados y la cabeza hacia arriba, tiene temblores del placer de correrse y no poder decir nada.

Se relaja y suelta un largo y suave suspiro de éxtasis, se levanta con un “flop” dejando al descubierto tu polla totalmente mojada de sus flujos. Te mira con cara de poker, con las dos manos apoyadas en sus rodillas y mordiéndose el labio inferior y suspirando. “Joder, que bueno ha sido.”

Pasa un rato, ella está más relajada y el señor Pollón sigue tan tieso como antes.

“¿Que quieres hacer?”

“Correrme.”

“¿Como?”

La agarras de la mano y te la llevas al salón, cierras la puerta y es lo más lejos que puedes estar de Pedro, le dices que se tumbe en el sillón, le coges las dos piernas y se las subes hasta su cabeza, abriendoselas y le vuelves a comer el coño, concentrándote en el clítoris. Ella te agarra del pelo y menea la cabeza de un lado para otro, le metes dos dedos dentro del coño y sigues chupándola. Ella vuelve a tener otro orgasmo, este aún más tremendo. Todavía no se ha recuperado del chupeteo y le ordenas: “A cuatro patas.” Le obligas a moverse y se pone en pompa, ella sigue en su nube y te pide que seas bueno con ella.

Le metes la polla casi de un tirón, ella grita de placer, y empiezas a follártela a saco, frenéticamente. Estás a tope, y se te ocurre chuparte el pulgar y meterselo por el culo. Ella se queja, pero no hace nada para que se lo quites. Ya te vas a correr, sacas tu polla de dentro de ella, sacas tu dedo de su culo y aprietas a tope tu glande contra su esfinter y este acaba entrando por su agujerito, ella pega un chillido y tú eyaculas con fuerza dentro de su recto. La tienes bien agarrada por las caderas y sigues empujando mientras te corres y te corres. Ella está más tensa que una cuerda de guitarra y cuando terminas de correrte, te das cuenta que tienes casi la mitad de tu polla dentro de su culo. Los dos seguís recuperando vuestro aliento y oyes: “Por favor, sácala ya de mi culo. Pero despacio, ¿vale? Muy despacio.”

Habéis terminado y estás de pie ante ella. Laura se ha hecho un ovillo en el sillón, con una mano entre sus piernas, masajeandose el ojete dolorido, se vuelve para mirarte a los ojos, su cara refleja felicidad y sosiego.

“¿Te he hecho daño?”

“Mucho. Pero también... me he corrido... cuando te has corrido... dentro. Gracias.”

“No. Gracias a ti, ha sido estupendo.

 

Soy mal amigo.

 
 
 

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