Te quedas sin aliento.
“Oye, mira, no sé si esto es buena idea, yo...”
Te mira incrédula a la cara. “Mirate. Estás super empalmado. Me has dicho que te has tocado pensando en mi. Sé que quieres follarme, yo quiero que me folles, tengo que probar una polla como la tuya. ¡Follamé!”
Se acerca a ti y tu retrocedes.
“Es que Pedro es mi amigo y me parece fatal que me folle a su chica.” Dices sin mucha persuasión.
“No soy su chica, solo quería follar. Y ahora quiero que me folles tú. ¿Es porque te he dicho que me comas el coño? Si no te gusta, no lo hagas, solo follamé.”
“¡No! No es por eso. Me pasaría el día comiendotelo. Estás para comerte entera, de verdad. Pero me parece mal.”
“¿Qué más da?”
“Es mi mejor amigo, y a mi no me gustaría que me hicieran eso, aunque no seas “su chica”. Llámame tonto si quieres.”
Su cara se cambia y te sonríe como si le hubieras regalado un osito de peluche, se acerca te rodea el cuello con los brazos y te planta un beso en la boca. “Eres un buen amigo.” Te mira a los ojos, tu miembro apretado contra su vientre y ella suspira. “Pero que sepas que me tienes que follar dentro de poco, o habrás perdido una oportunidad de oro para estar con una experta folladora dispuesta a complacerte en lo que quieras.” Te da otro beso en la boca, te suelta, se agacha para recoger su braguita del suelo, lo lleva colgado del dedo y mientras va saliendo contoneandose, te dice:
“Ahora despertaré a Pedro para que me folle, ya que me has puesto cachonda perdida y no quieres quitarme este calor que me ha entrado en el cuerpo. ¡Ah! Y haremos todas las guarrerías que a ÉL se le ocurra.”
Abre la puerta, sale del cuarto de baño, se para en el marco de la puerta y se gira para mirarte.
“Última oportunidad.”
Como no haces ningún movimiento ni dices nada, ella suspira.
“Lástima.”
Y se va, dejándote con la polla tan dura que podrías partir nueces. Pero mira que eres tonto... |